El otro día leía un artículo que decía que la mayoría de nosotros no admiramos a personas, de edad similar, que viven en nuestro entorno. Vamos, que nos cuesta reconocer lo bien que lo hacen las personas que nos rodean en cualquiera de sus facetas. Es mucho más sencillo admirar a personas públicas, alejadas de nuestras vidas y admiradas por el público en general, que a nuestros propios compañeros de trabajo o a nuestros amigos.
Pensando en ello, analizando conversaciones que he tenido y que he escuchado, me dí cuenta que efectivamente tenemos dificultades en reconocer los méritos y logros de las personas que nos rodean, ya sean amigos o simples conocidos. Y más se acentúa esta dificultad si son personas que en su adolescencia y juventud tuvieron un rol de perfil bajo y que, con el tiempo, han ido encontrando su lugar y su desarrollo personal y profesional. En demasiadas ocasiones nos sorprendemos de ver como aquel niño o niña que no destacaba en nada, ahora escribe libros, es responsable de una empresa, canta en un grupo o dirige una película. Es como si por admirar y valorar a otras personas, nosotros encogiéramos, fruto de nuestras frustraciones e inseguridades.
Pensando en ello, analizando conversaciones que he tenido y que he escuchado, me dí cuenta que efectivamente tenemos dificultades en reconocer los méritos y logros de las personas que nos rodean, ya sean amigos o simples conocidos. Y más se acentúa esta dificultad si son personas que en su adolescencia y juventud tuvieron un rol de perfil bajo y que, con el tiempo, han ido encontrando su lugar y su desarrollo personal y profesional. En demasiadas ocasiones nos sorprendemos de ver como aquel niño o niña que no destacaba en nada, ahora escribe libros, es responsable de una empresa, canta en un grupo o dirige una película. Es como si por admirar y valorar a otras personas, nosotros encogiéramos, fruto de nuestras frustraciones e inseguridades.
En cualquier caso, yo hoy quiero rendir un pequeño homenaje a todas esas personas que realmente admiro. No pondré nombres y apellidos pero todos estáis ahí, a la vuelta de la esquina:
Te admiro a ti que siendo traicionado, supiste perdonar y construir nuevos cimientos de confianza; te admiro a ti que dejaste aquello que no te llenaba para buscar tu verdadera vocación; te admiro a ti que te has reinventado profesionalmente y cada día creces a pesar de algunos obstáculos; te admiro a ti que cuidas de tu familia y amigos; te admiro a ti por poner rumbo a tu pasión y por luchar en ese viaje contra viento y marea; te admiro a ti que siempre tienes tiempo para ayudar a quien te lo pide; te admiro a ti que has dado el paso hacía otras metas dejando tu zona de confort; te admiro a ti por tu optimismo contagioso; te admiro a ti por tu bondad en cada una de tus acciones…Sí, os admiro profundamente.
Como dijo Simon de Beauvoir, la tierra sería menos habitable si no hubiese a quien admirar. Al fin y al cabo, todos admiramos a alguien…¿verdad?
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