En redes sociales, y más en redes sociales profesionales como Linkedin, siguen compartiéndose ideas e imágenes que tratan de representar la diferencia entre el jefe y el líder. Es posible que hayáis visto, entre otras imágenes, la figura del jefe en un alto como si fuera un cacique a voz en grito y, sin embargo, al líder siendo un ejemplo, codo con codo con su equipo. Una de las muchas representaciones de que el líder no dirige, no da órdenes, el líder escucha, acompaña, desarrolla, inspira, y el jefe manda (incluso gritando) ordena, dirige. Soy consciente que, en ocasiones, este ejemplo sirve únicamente para contraponer dos figuras de mando, para visibilizar dos tipos de liderazgo antagónicos, para caricaturizar los extremos: el jefe dictador contra el líder ejemplo. Pero ¿esa diferencia es la realidad en las empresas? ¿No es compatible ser jefe y líder?
Si aterrizamos en la realidad que conozco de la empresa vasca, y más concretamente gipuzkoana, me están llegando ejemplos de cierta confusión. Hace un tiempo me comentaba el gerente de una empresa con quien vengo trabajando, que había puesto en práctica un liderazgo integrador, consultivo, inspirador y desarrollador de personas. Como podéis ver el glosario de palabras empleadas para definir su nuevo liderazgo estaba actualizado a la moda de la gestión empresarial. Su equipo, al principio, estaba muy contento con el cambio: se sentía escuchado, implicado, sentía autonomía y, como reconocía el propio gerente, con ese cambio empezaron a notarse mejoras en diferentes aspectos. Sin embargo, pasado un tiempo, al gerente se le empezaron a acercar personas del equipo diciéndole que lo de escuchar y preguntar estaba muy bien, pero que se estaba olvidando de tomar decisiones, que se necesitaba esa voz que había marcado el rumbo en el pasado y que se echaba en falta ese otro líder que con tan buena mano les venía dirigiendo. Esto podría ser una anécdota si solamente me lo hubieran contando una vez, pero historias en las que el gerente y algunos directivos se pierden en ideas aspiracionales son cada vez más frecuentes. Parece que, en una transición hacia un liderazgo más inspirador, nos hemos olvidado que el líder también es un jefe que dirige, que ordena y que manda. Sí, mandar, porque en ocasiones es lo que requiere la situación. Y aquí aparece, para mi, la palabra clave: CONTEXTO. El liderazgo se aplica en diferentes contextos y la magia del liderazgo es saber el tipo de liderazgo que se requiere en cada momento. Por eso mismo, el liderazgo no es una formula matemática y es mas un arte: hay claves para aplicarlo, hay valores y competencias que señalaría como imprescindibles para ser un buen jefe y líder, pero no hay recetas únicas, ni mágicas.
Como tanto me gusta os pongo un ejemplo del mundo del deporte. Esta temporada han cesado a un entrenador de primera división que hace un tiempo participó en la elaboración de un libro sobre liderazgo. Las ideas expuestas en libro sobre la manera de dirigir un equipo, para mí, eran muy buenas, sus explicaciones muy convincentes, sin embargo, en el equipo en el que ha estado, si las ha implantado, no parece que han cuajado. Ha llegado otro entrenador y los jugadores han salido en prensa diciendo que necesitaban un entrenador que les metiera mas caña y que les dijera las cosas claras a la cara. ¿Son malas las ideas del entrenador destituido? No lo creo, pero, tal vez, ese grupo, por el contexto en el que se ha movido las últimas temporadas, necesitaba otro tipo de liderazgo.
Sam Walker en su libro Capitanes, dedicado a los mejores equipos deportivos de la historia, señala que se ha ido creando una visión idealizada del liderazgo transformacional, siendo un cajón desastre en el que se han ido introduciendo todos los rasgos positivos imaginables, resultando más una mera aspiración que un objetivo alcanzable “hemos estado ocupados escudriñando el horizonte en busca de caballeros andantes transformacionales con reluciente armadura que resulta que hemos ignorado la verdad más probable: que entre nosotros hay en potencia cientos de miles de lideres transformadores. Solo que carecemos de la capacidad de reconocerlos”
Esto me ha recordado al liderazgo de muchos empresarios y jefes que han levantado empresas modelo: estar cerca, escuchar, tomar decisiones, ser humildes y ser ejemplo. Con los años se han mejorado infinidad de aspectos en las organizaciones empresariales, pero hay otros aspectos en los que, en lugar de simplificar, nos complicamos.
Sí, el jefe también puede ser el líder.
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