Por diferentes motivos, me he puesto a reflexionar sobre situaciones que cotidianamente se suelen dar tanto en el mundo de la empresa, como en el mundo del deporte, a la hora de que nuestro jefe o entrenador nos «juzgue», es decir, tome una decisión que nos afecta y, como consecuencia, la reacción que solemos tener ante la misma. Generalmente, cuando esa decisión no nos es favorable, la reacción suele ser de enfado, de frustración y además genera en nosotros el efecto de «ahora que lo haga tu tía».
Esta situación se puede dar cuando un deportista lo está dando todo, entrena como el que más, cuando sale lo da todo… pero que juega poco o no juega y no lo entiende. O cuando un empleado cumple con su trabajo, está comprometido con la organización, se involucra…pero cuando llega el momento de un ascenso o una promoción, es otra persona la elegida. Es justo en ese momento cuando ponemos en duda todo lo que hemos venido haciendo, pensando en qué hemos fallado, qué es lo que no hemos hecho para estar donde creemos merecer, nos preguntamos dónde queda la recompensa a todo el esfuerzo realizado. Considero que es normal tener una primera reacción de fastidio pero, a partir de ese primer momento, ahí es donde la persona que se ha trabajado, que auto-lidera su vida, arranca para arriba y los demás comienzan la cuesta abajo. Mientras que unos entran en depresión, frustración, dejadez, etc, las otras personas están satisfechas porque saben qué es lo que depende de ellos, lo que está en sus manos, bajo su decisión, en su circulo de influencia, siguen comprometidas consigo mismo y consideran que exigiéndose a ellas mismas no tienen nada que esperar de los demás.
Para llegar a este punto tenemos que ser sinceros y objetivos con nosotros mismos ya que en muchas ocasiones la valoración que hacemos de nosotros mismos únicamente está soportada por nuestra propia valoración subjetiva, sin poder demostrarlo con datos objetivos, ni siquiera con opiniones subjetivas de otras personas que nos han podido dar su feedback.
Creo que conviene recuperar para este momento,la reflexión de Confucio que en este blog utilizamos hace unos meses, en la que recomendaba exigirse mucho a uno mismo y esperar poco de los demás, ya que así te ahorrarás disgustos.
Por lo tanto, actuemos en nuestro circulo de influencia ya que así reduciremos mucho nuestro círculo de preocupación, y si, tras una análisis objetivo y subjetivo desde diferentes prismas, la realidad nos demuestra que es tozuda, siempre nos queda buscar un lugar en el que de verdad seamos valorados y así lo sintamos. En esto radica el auto-liderazgo, en moverse.
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