Gran pesar me ha causado conocer el fallecimiento de Jose Ignacio Oyarzabal. El pasado viernes me comunicaban que Jose Ignacio finalmente había perdido la batalla contra esa maldita y cobarde enfermedad llamada cáncer. Ayer una multitud de personas impedia poner un pie en la iglesia donde se le decía adios y pensé que, al menos, podría dedicarle unas pocas palabras en el blog.
Lo conocí en un ámbito laboral hará unos dos años lo que demuestra la grandeza de ese hombre que en ese poco tiempo me llegó por su forma de ser, por su fortaleza, por ser uno de esos hombres de país que llamo yo. Hombres de país que crean empresas, dan trabajo y generan riqueza, a pesar del entorno en el que viven y de la «gratitud» de algunos otros. Era una persona en la que enseguida se percibía su humildad, su honestidad, su bonanza, en definitiva, su humanidad.
Todavía recuerdo las últimas palabras que me dijo «Gorka, cuida tu salud, no le damos ninguna importancia, trabajamos y trabajamos, sin pensar en ella, y, al final, es lo más importante» Me lo dijo con ese tono suave pero firme que hoy todavía recuerdo como si fuera ayer. Hace un tiempo le mandé un mensaje preguntándole por su guerra y para recordarle que teníamos un café pendiente, que tenía muchas ganas de que me contara como andaban sus nuevos proyectos. Me respondió que esa mierda de enfermedad se le estaba revolviendo y que en cuanto tuviera un poco de fuerzas nos tomaríamos un café, un vino, o lo que fuera. Ahí ha quedado ese café pendiente que, estoy seguro, algún día tomaremos.
Jose Ignacio no es una de esas personas que se recordarán a través de los periódicos, las revistas o la televisión, es una de esas personas que dejan su recuerdo por lo que dejó en cada uno de nosotros.
Goian Bego Jose Ignacio. Descanse en Paz.
Deja un comentario