Desde el año 2010 aproximadamente, llevo trabajando(me) con una filosofía de vida profesional muy ligada al coaching. Creo en ello. E incluso aunque no obtuviera resultados creería en ello, si bien creo que eso no es posible no obtener resultados cuando tu listón eres tú mismo, cuando tu rival eres tu mismo, cuando tu mejor versión está en crecer tu mismo.
Todo esto me está llevando a momentos de gran satisfacción. Hoy, por fin, he podido agradecer a una persona que recomendó mis servicios como coach deportivo sin conocerme. Me ha dado la enhorabuena por el trabajo que hemos hecho en los procesos de coaching con una serie de deportistas. Gracias de nuevo Iñigo. Hoy también he dado un paso en mi carrera profesional dentro de los Recursos Humanos. Solo es una llegada, ahora toca remar, pero ese punto de inicio también tiene su aquel. Hoy me acuerdo de muchas cosas, de muchas personas.
Hoy reflexiono y me doy cuenta que estamos en septiembre. Un nuevo curso. Nuevas metas. Nuevos miedos que superar. Para mi, esto es vivir.
Reflexiones de septiembre
Parece que cada septiembre los adultos también arrancamos un nuevo curso adaptándonos al ciclo escolar, momento que aprovechamos para tranquilizar nuestras conciencias y prometernos que nos reiniciamos, que a partir de ahora es el momento de enfrentarnos a nuestros miedos y comenzar a trabajar en pos de esas metas que dibujamos una y otra vez en nuestras cabezas. Algunas personas serán constantes, tenaces, y lograrán llegar o, al menos, actuar y otras en cambio el próximo septiembre volverán hacerse las mismas promesas de todos los años.
Mi vuelta ha sido intensa, dura podría decir, con nuevos retos sobre la mesa, con nuevas ilusiones compartidas con unos cuantos deportistas (cada vez más) pero también con nuevos miedos y dudas, personales y profesionales, a los que enfrentarme. En este sentido me ha ayudado recordar lo que Javier Iriondo escribía en su libro Un lugar llamado destino: «cuando emprendemos nuevos retos que suponen un desafío, éstos nos provocan dudas y miedos que tendremos que afrontar. Y eso nos obliga a crecer. Es dificil sentir ese progreso cuando hacemos siempre lo mismo y no tenemos nuevos retos que nos saquen de nuestra conocida y segura rutina»
Creo que en alguna ocasión he contado que no fui un estudiante brillante al menos hasta que encontré lo que me gustaba, lo que me apasiona: una mezcla de creer en las personas (a mi manera) , en las empresas / empresarios y en el deporte. Esa mezcla me llevo al mundo de los Recursos Humanos y de ahí al mundo del coaching: mis profesiones, mis pasiones a las que he dedicado prácticamente más de una dedada en formación, aprendizajes, practicas, trabajos pero las, sobre todo, he vivido.
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