José Juan Agudo (@josejuanagudo ) fue uno de los expertos del curso de coaching deportivo que realicé en Valencia el pasado mes de julio. Concretamente fue el experto que dirigió el módulo de outdoor training para trabajar el coaching de equipos y que resultó una experiencia fantástica. José Juan Agudo, que trabaja con el @GrupoAtman es una de esas personas a las que percibes en los ojos que tiene vida,
que lo que te cuenta lo vive, una de esas personas que desprenden
coherencia cuando hablan.
que lo que te cuenta lo vive, una de esas personas que desprenden
coherencia cuando hablan.
Al final de la jornada, a la hora de las valoraciones y los aprendizajes, Jose Juan nos contó la teoría del último impulso que tiene mucho de sentido común y que veréis como probablemente os ha pasado en alguna ocasión. Os contaré esta teoría del impulso final desde el aprendizaje que supuso para mi.
La teoría del último impulso hace referencia a ese último momento en el que queremos hacer algo y nos entran las dudas, los miedos, los temores, el «no lo voy a hacer», etc. En ese momento hay 3 factores que nos llevan a dar ese último impulso:
- Que en el algún momento hemos estado en esa misma
situación y la hemos superado: casi todos hemos pasado por situaciones nuevas, retos nuevos, que en algún momento nos han generado dudas pero que al final las hemos superado, las hemos solventado y hemos seguido adelante. - Los motivos que nos han llevado hasta allí: cuando hablamos de motivación nos solemos confundir con las ganas de hacer algo y sin embargo la motivación es la razón, los motivos por los que quieres hacer algo, por lo que te quieres mover, para qué lo que quieres conseguir. Sí esos motivos son tan fuertes como creemos no dejaran que no sigamos adelante, es ahí donde nos debemos apoyar ya que generalmente esa motivación es nuestra principal razón de estar allí.
- El peaje que sería no hacerlo: en mi opinión, aunque sin los otros dos factores la teoría estaría incompleta, este es el factor más determinante. El peaje que pagas cuando has llegado hasta el borde, has preparado todo para hacerlo y, finalmente, te das la media vuelta y no te atreves a hacerlo, es terrible en cualquier situación: no atreverte a preguntar en una charla, no salir voluntario en algún ejercicio que te apetece, no responder a una pregunta que crees saber, no presentar una idea que crees buena en tu trabajo, no probar cualquier actividad que te apetece, etc. Tras todo ello el coste que pagas es demoledor. Te da vueltas y vueltas en la cabeza hasta que no vuelves a la misma situación y lo superas.
La imagen de este post es del bosque donde realizamos el outdoor. Tuvimos que realizar diferentes pruebas compitiendo en dos equipos (tengo que reconocer que mi equipo era magnifico) entre las que estaba subir, con una serie de normas, hasta la plataforma que se aprecia en el árbol y saltar desde allí con la sujeción de una cuerda, contando el tiempo hasta que el último integrante del equipo saltase. Las alturas y yo no somos muy amigos pero mirando desde abajo y guiado por la pasión que tenía mi equipo no me generó ninguna duda que podría saltar desde la plataforma…hasta que llegué arriba y vi la altura. En ese momento me entraron todas las dudas y miedos del mundo. Ahí apareció la teoría del último impulso: había estado en otras situaciones así (por ejemplo cuando saltábamos del muro que está en el Tenis de San Sebastián al agua) había ido hasta Valencia para aprender, para salir de mi zona de confort, para descubrir nuevas situaciones y, por último, si no saltaba no iba a poder dejar de pensar en ello durante muchísimo tiempo. Hoy, cuando recuerdo la sensación, todavía me entra un cosquilleo por las piernas pero ahí estuvieron los factores de esta teoría para ayudarme a dar ese último impulso.
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