Nací el 8 de julio de 1977, por lo tanto en el horóscopo me corresponde el signo cáncer. Nunca he creído en el horóscopo, ni he seguido, ni siquiera leído por pasatiempo, lo que diariamente el periódico te presagia según los astros. Sin embargo de pequeño, cuando empezamos a oír la palabra cáncer en referencia a la enfermedad creía que al ser del signo cáncer estaba a salvo de padecerla. A medida que iba creciendo comencé a pensar lo contrario, que los que éramos del signo cáncer debíamos tener más posibilidades de enfermar por eso de la similitud. Hoy, afortunadamente, no creo ni una cosa ni la otra.
Miki Roqué (Miguel Roqué Farrero), nació también un 8 de julio pero de 1988. Jugador de las categorías inferiores del Liverpool, con quien llegó a debutar en Champios, Xerez, Cartagena y finalmente del Real Betis Balompié, el 4 de marzo de 2011 le diagnosticaron un tumor maligno en la pelvis. Hace varios días comencé a leer «La Luz de Miki Roqué» la historia en su lucha contra el cáncer escrita por Juan Manuel López. Me cuesta leerlo, a pesar de la parte positiva que trasladan muchas de las personas que dan su testimonio, cada varias páginas me paro de la emoción. Pensar en un joven de 22 años recibiendo esa cruel noticia, de su lucha ante ese destino, de su lucha como un animal, la lucha de sus padres, su familia, sus amigos… El valor de su lucha hasta el punto de hacer creer a muchos en un milagro, de «no rendirse ante la derrota». El 24 de junio de 2012 falleció a los 23 años.
Pienso en todos esos jugadores que en ocasiones se quejan por sus suplencias, por sus pocos minutos, por sus lesiones y luego pienso en Miki Roqué que no pudo volver a pisar un terreno de juego, no pudo volver a disfrutar de su pasión y en lo injusto de nuestras quejas. Soy consciente de que al final la vida nos arrastra como un torbellino pero ¿por qué esa consciencia no nos hace disfrutar más de nuestra normalidad, de nuestro privilegio de estar bien, de disfrutar de lo cotidiano? Y luego vuelvo a pensar en que muchas veces somos autómatas en nuestra vida diaria. Un segundo más, una hora más, un día más y mañana vuelta a empezar. Eso siempre que nuestra vida siga su curso, sin que se altere por factores externos. Y seguimos la rueda. Y solo despertamos cuando una campana externa toca y nos resquebraja nuestra cotidianidad. Soy de las personas que se intenta trabajar esta dinámica y a pesar de ello me cuesta. Reconozco que en demasiadas ocasiones esa rueda diaria me supera y me hace volver a caer en la rutina. Ahora es la historia de Miki Roqué la que me toca con fuerza y la que me ha hace reflexionar, la que me hace intentar ser mas consciente de la suerte que tenemos cada día que estamos sanos, que nuestras familias y amigos están bien.
Miki Roqué no es ni mas ni menos que cualquier otro enfermo de cáncer, no es ni mas ni menos que cualquier otro joven que haya fallecido a causa de esta cruel enfermedad. Es como el caso de Ramón, otro chico de 25 años con metástasis que compartió con Miki Roqué las mismas ganas de vivir. Vidas como las de Maria o la de Gabriel Guevara, también enfermos de cáncer que pasaron por la vida de Miki. Miki Roqué no es un héroe que no sufrió o no se quejó pero sí es un modelo para todos los que compartieron momentos con él de vivir y hacer vivir cada momento al 100%. A mi me ha llegado su luz, me ha llegado su fuerza, su ejemplo y aunque sea por un minuto o un segundo cada cierto tiempo me ayuda a ser más consciente de mi vida. Del aquí y ahora.
Trabajo con deportistas que quiero que conozcan la historia de Miki Roqué porque creo que les puede ayudar en su camino. Me gustaría que fueran consciente que, por supuesto, se pueden quejar por sus situaciones, por los malos momentos, porque no consigan todo tan rápido como desean, pero lo justo. Nada más que eso. Ellos siguen teniendo la oportunidad ahora, en este momento, que MIki no pudo tener. Me gustaría que estos deportistas la disfrutasen, que se apasionasen con cada momento tanto como Miki Roqué deseaba volver a ser futbolista.
Allá donde estés GRACIAS MIKI.
Tranquilo que estamos bien.
Hoy estamos bien.
Hoy estoy bien.
Mañana, no sabemos.
Aunque tú tampoco sabes cómo estarás mañana.
Así que estamos iguales en esta danza.
(del libro La luz de Miki Roqué)
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