Desde mi experiencia percibo con cierta curiosidad como una parte de los deportistas que se acercan a los procesos de Coaching lo hacen en momentos de crisis (no juego, no estoy obteniendo los resultados deseados, no estoy a gusto en mi club, no me siento valorado, me quiero ir, no consigo sacar todo mi potencial…) No quiero llamarlos malos momentos ya que la palabra crisis en su origen (algo que se rompe) nos lleva al análisis y a la reflexión que es justamente lo que ocurre en esos comúnmente llamados “malos momentos”.
Pero como decía lo que me lleva a esta reflexión es que cuando se van superando estos momentos, algunos deportistas tienden a desligarse de la reflexión, del análisis, en definitiva, de la mejora y creo que justamente ahí está la diferencia entre el deportista que quiere ser un buen deportista y el que quiere sacar su mejor versión. Coletillas como “ es que ahora ya sé lo que tengo que hacer” “estoy bien, ya no necesito seguir trabajando”…son habituales en los finales de proceso y creo que parten desde una visión externa de la mejora. Con esto no quiero decir que no haya procesos que tengan un inicio y un final determinado por que se consigan, o no, las metas, sino que el fin de un proceso creo que tendría que basarse en una reflexión interna. Y por supuesto también de la reflexión sobre el trabajo realizado por el coach a lo largo del proceso y su valor y aportación en la mejora.
Por lo general, este segundo grupo de deportistas, el que busca sacar su mejor versión, continua con la mejora continua, analiza en qué tiene que mejorar incluso cuando todo el mundo desde el exterior le refuerza y le alaba su trabajo, analiza los pequeños detalles, esos detalles que le llevarán de estar cerca de un escalón o de otro, deportistas que se analizan desde lo interno, crecen dentro y fuera de los recintos deportivos, crecen en su relación con su entorno pero siempre de dentro hacia fuera. Son un colectivo más exigente, más cercano a la excelencia, que no a la perfección, son un colectivo que al finalizar su carrera estarán mucho más cerca de sentirse plenamente satisfechos consigo mismo.
En los procesos de Coaching individual cada jugador es un diamante, cada jugador requiere una atención especifica, una escucha particular sobre su realidad y sobre el trabajo a realizar en ese camino, son únicos y eso es un valor añadido a tener en cuenta.
Cuando comencé mi formación en Coaching una de las cosas que aprendí fue que el deportista no debe quedarse anclado al coach. Tras unos cuantos años de práctica en el ámbito deportivo creo que la relación entre coach y coachee debe ir teniendo una evolución hacia la autonomía del deportista pero también que en el mundo del deporte, ante contextos tan cambiantes, el trabajo continuo de Coaching da un valor añadido al deportista acompañando individualmente en la búsqueda de la mejor versión del deportista. Por supuesto, como decía antes, en esta relación el valor que pueda aportar el coach a la mejora es clave, no todo vale, el valor añadido deber ser medible, objetivo, tangible, demostrable…para lanzar humo ya están las chimeneas.
«Nunca descanses hasta que tu bueno sea mejor y tu mejor sea EL MEJOR»
Tim Duncan (Jugador NBA durante 19 temporadas. 5 veces ganador de la NBA con San Antonio Spurs)
Deja un comentario