Hará cosa de un año me llegó un vídeo sobre un experimento que el periódico The Washington Post realizo en el metro de Washington. Esta semana, ha vuelto a caer en mis manos en formato presentación y, como aquella primera vez, se me ha encendido una alarma.
En un fría mañana del año 2007, un joven de incógnito se puso a tocar el violín en el metro de Washington. Ese joven era Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, y que días antes había abarrotado un teatro de Boston a 100 dolares la entrada. Durante 45 minutos estuvo tocando con un violín Stradivarius del año 1713, valorado en 3,5 millones de dolares, algunas de las más bellas y complicadas partituras que jamás se han compuesto. Durante ese tiempo, en el que pasaron unas mil personas, recaudó 32 dolares y la inmensa mayoría no le prestó atención. El objetivo de esta actuación era la de investigar la percepción, el gusto y las prioridades de la gente. Como señala la presentación que abajo os dejo, si no tenemos un instante para pararnos a disfrutar de esta maravilla ¿qué mas nos estamos perdiendo?
Como decía al comienzo, mi alarma a vuelto a saltar. En esta espléndida mañana, he comprado la prensa y me he sentado en el mismo banco que todas los días ignoro al ir y al volver de trabajar. Como todas las mañanas y las tardes, hoy también circulaban coches, motos y autobuses pero, sin embargo hoy, he escuchado mis pasos, mi respiración, el viento y las risas de las personas que paseaban. Sí, hoy es domingo. No es un día laborable. Cierto. Pero hoy he recordado que me prometí aprovechar el poder del ahora y que no necesitaría más mensajes como el de Joshua Bell. La alarma ha saltado. Espero que por ultima vez.